Tras un poco más de dos décadas y mientras los ramales se caían a pedazos, y las manos anónimas se llevaban todo lo que encontraban a su paso, algunas familias aprovecharon de otra manera los edificios de las estaciones de trenes. La mayoría de ellas prefirió ingresar y quedarse a vivir en el interior de los inmuebles. Otras prefirieron “acomodarse” en los depósitos donde solían guardar las máquinas diesel. No debemos ir demasiado lejos para citar ejemplos. Añatuya es una de ellas, o Clodomira. Con el correr del tiempo, muchas de ellas prefirieron abandonar esos lugares para que cada Comuna pueda darle algún tipo de uso. Y así fue, en la actualidad, la mayoría de las estaciones de trenes quedó bajo la protección de las municipalidades. Los intendentes o comisionados municipales prefirieron darles algún tipo de uso: una sala de primeros auxilios o una biblioteca, como en el caso de la localidad Tintina, departamento Moreno.
Lo cierto y concreto es que la historia de los ferrocarriles está íntimamente ligada con el desarrollo de la Argentina y de manera especial nuestra provincia.
El ferrocarril fue palanca del desarrollo y de la población. Más del 60 por ciento de los habitantes del suelo santiagueño tiene en su árbol genealógico algún tipo de parentesco con algún ferroviario que en su momento trabajó sobre los rieles que surcaron nuestra provincia.
El ferrocarril fue palanca del desarrollo y de la población. Más del 60 por ciento de los habitantes del suelo santiagueño tiene en su árbol genealógico algún tipo de parentesco con algún ferroviario que en su momento trabajó sobre los rieles que surcaron nuestra provincia.
Nuevo Diario Web
18-02-14