Durante los últimos años, lamentablemente fueron noticia casi permanente los accidentes que ocurrieron en trenes de nuestro ferrocarril, precisamente el urbano propio de la ciudad porteña y del conurbano bonaerense. El ferrocarril Gral. Sarmiento, de la Capital Federal, fue el que más se “destacó” en este luctuoso tema porque se tuvo que lamentar varias víctimas fatales en los últimos 20 meses.
Al hablar de estos desastres -que, si bien no son tan frecuentes, a Dios gracias, sí son demasiado recurrentes en cuanto a incidentes menores, pero no menos preocupantes, como incendios parciales, detenimiento de trenes, percances, demoras y otros-, no es posible soslayar, aunque no sea siempre su responsabilidad total, al conductor del tren, ya que es el responsable directo de que los pasajeros viajen sin problemas mayores y, por supuesto, arriben sanos y salvos a su destino. El motivo de esta nota no apunta a esta persona, sino a su nombre, a su designación como profesional preparado y capacitado para dirigir un tren: el conductor, el maquinista (palabra que tradicionalmente se ocupó para referirse a él) o, empleada con mayor frecuencia sobre todo en la Capital Federal y el sur del país, el “mótorman”.
La disyuntiva que revela el título pone al descubierto la prevalencia de la segunda palabra, como acabo de aclararlo, en el sur de nuestro país. ¿Y por qué la coloqué entrecomillada?: porque se trata de una voz que no pertenece genuinamente a nuestro idioma, sino que es un préstamo del inglés. Es bueno recordar que nuestro sistema de transporte por rieles fue fundado y trasplantado a nuestras tierras por los ingleses, quienes lo tuvieron a su cargo hasta que el primer gobierno peronista lo nacionalizó.
“Motorman”
Agrego algo más: no solo está entrecomillada esta palabra por lo que afirma el párrafo precedente, sino también porque, en caso de que se eligiera esta versión que es la que circula generalizadamente entre los comunicadores de la prensa escrita, debiera leerse: “motórman”. Aclaro que acabo de colocar la tilde, en forma incorrecta, en la penúltima sílaba para destacar que, en caso de aceptar esa versión escrita, debiera leerse de esta forma: como palabra grave o llana y no como esdrújula, tal como se la pronuncia en la prensa oral, de las radios y la televisión. Pero será necesario, para mayor precisión, consultar el diccionario para que dé fe de lo que afirmamos.
Esta locución no figura en el DRAE; tampoco en el “Diccionario panhispánico de dudas”, de la Academia, más actualizado que aquel; ni en el “Diccionario de uso del español” de María Moliner; ni en el etimológico de Corominas. Tampoco aparece en diccionarios regionales ni en el “Diccionario histórico de la lengua española” (1960-1996), también de la RAE. Solamente está registrada en el “Diccionario del habla de los argentinos” (2003, de la Academia Argentina de Letras), lo cual acredita que se trata de un argentinismo, posiblemente utilizado en países vecinos, sobre todo en Uruguay, no solo por la vecindad, sino por la gran identificación que se da entre las dos ciudades ribereñas: Buenos Aires y Montevideo. Veamos qué dice este diccionario:
“Mótorman” (Del inglés "motorman').sustantivo común. Persona que tiene a su cargo la conducción de un tren o de un subterráneo. Antiguamente se llamaba así al conductor de tranvías”. Así se ve claramente su procedencia y, consecuentemente, el haberla tomado en préstamo del inglés, al menos en la época en que transitaban por Buenos Aires los tranvías, es decir, a fines del siglo XIX o principios del XX.
Para ilustrar mejor esto, ahora doy la palabra al “Oxford Spanish Diccionary”, autoridad inglesa, como lo es el DRAE para el español. “Morotman. maquinista (masculino), conductor (masculino)”. Esta locución está compuesta por otras dos: "motor', con su significado de “motor” y "man', “hombre”. En definitiva, se traduce literalmente como “hombre que conduce” u “hombre conductor / conductor”.
Es fácil deducir, como lo di a entender más arriba, que este término ingresó en la época en que se encontraba en su mejor momento la influencia inglesa en las zonas de habla española. Sin embargo, es probable que los préstamos del inglés no hayan tenido mayor acogida en otros países hispanoamericanos, gracias a su actitud conservadora, al menos en la lengua. En cambio, Buenos Aires, la metrópoli receptora de grandes oleadas migratorias, estaba preparada para ser más abierta en este sentido.
Maquinista
En nuestra región del noroeste argentino no había avanzado el préstamo inglés que estamos comentando. Es que siempre se caracterizó -no solo esta zona sino, en general, toda otra ubicada en lugares no cercanos a grandes urbes y puertos- por ser conservadora y fiel a la tradición española hasta en algunos arcaísmos (palabras del siglo XVI, cuando llegaron los conquistadores), como “haiga”, por haya y “truje”, por traje, del verbo “traer”.
Es así que “maquinista” es definida por el DRAE como: “sustantivo común. Inventor o fabricante de máquinas. // 2. Persona que las dirige o gobierna, especialmente si estas son de vapor, gas o electricidad”.
Este término ha prevalecido en el noroeste argentino hasta hace no mucho tiempo. Ahora, por imperio de la influencia metropolitana, y gracias a la difusión que los medios de prensa realizan, está entrando, en forma decidida, el préstamo inglés.
Por idéntica influencia que experimentó el español, por parte del inglés, ingresaron en aquel tiempo los préstamos referidos, por ejemplo, a la pasión nacional de multitudes, el fútbol, y a muchas otras actividades, en especial comerciales, que quedaron plasmados en nuestro español. Una muestra de estos: “córner”, “lainman”, “win derecho / izquierdo”, “nailon”, “rock and roll”, “wiski” y otros similares.
Con toda seguridad -y sobre todo para nuestro noroeste argentino que nunca tuvo la segunda palabra en su inventario-, estimo que es importante defender el empleo de "maquinista' para definir a la persona que se hace cargo de la conducción de un tren. Si bien ese uso se había perdido hace tiempo juntamente con el ferrocarril que, para nuestra zona, tuvo un final desgraciado con su desaparición, cuyo producto fue la extinción de muchas poblaciones que habían nacido y prosperado a su amparo, la palabra “maquinista” permaneció con frescura en la memoria de la gente, la que apelaba a ella al recordar la actividad ferroviaria y sus nostálgicos viajes del pasado.
Y, en los últimos años, debido a las noticias relacionadas con los accidentes ferroviarios del tren urbano, se filtró ese vocablo que nunca habíamos escuchado: “mótorman”.
No creo que su incidencia fuera, en tan poco tiempo, demasiado fuerte como para alejar de la memoria popular la otra que llevaba décadas enteras de vigencia. Sin embargo, es preciso alertar a los medios de prensa locales para que no permitan que un neologismo como “mótorman” se imponga en nuestras costumbres lingísticas, tan acendradas en la cultura del noroeste argentino.
La disyuntiva que revela el título pone al descubierto la prevalencia de la segunda palabra, como acabo de aclararlo, en el sur de nuestro país. ¿Y por qué la coloqué entrecomillada?: porque se trata de una voz que no pertenece genuinamente a nuestro idioma, sino que es un préstamo del inglés. Es bueno recordar que nuestro sistema de transporte por rieles fue fundado y trasplantado a nuestras tierras por los ingleses, quienes lo tuvieron a su cargo hasta que el primer gobierno peronista lo nacionalizó.
“Motorman”
Agrego algo más: no solo está entrecomillada esta palabra por lo que afirma el párrafo precedente, sino también porque, en caso de que se eligiera esta versión que es la que circula generalizadamente entre los comunicadores de la prensa escrita, debiera leerse: “motórman”. Aclaro que acabo de colocar la tilde, en forma incorrecta, en la penúltima sílaba para destacar que, en caso de aceptar esa versión escrita, debiera leerse de esta forma: como palabra grave o llana y no como esdrújula, tal como se la pronuncia en la prensa oral, de las radios y la televisión. Pero será necesario, para mayor precisión, consultar el diccionario para que dé fe de lo que afirmamos.
Esta locución no figura en el DRAE; tampoco en el “Diccionario panhispánico de dudas”, de la Academia, más actualizado que aquel; ni en el “Diccionario de uso del español” de María Moliner; ni en el etimológico de Corominas. Tampoco aparece en diccionarios regionales ni en el “Diccionario histórico de la lengua española” (1960-1996), también de la RAE. Solamente está registrada en el “Diccionario del habla de los argentinos” (2003, de la Academia Argentina de Letras), lo cual acredita que se trata de un argentinismo, posiblemente utilizado en países vecinos, sobre todo en Uruguay, no solo por la vecindad, sino por la gran identificación que se da entre las dos ciudades ribereñas: Buenos Aires y Montevideo. Veamos qué dice este diccionario:
“Mótorman” (Del inglés "motorman').sustantivo común. Persona que tiene a su cargo la conducción de un tren o de un subterráneo. Antiguamente se llamaba así al conductor de tranvías”. Así se ve claramente su procedencia y, consecuentemente, el haberla tomado en préstamo del inglés, al menos en la época en que transitaban por Buenos Aires los tranvías, es decir, a fines del siglo XIX o principios del XX.
Para ilustrar mejor esto, ahora doy la palabra al “Oxford Spanish Diccionary”, autoridad inglesa, como lo es el DRAE para el español. “Morotman. maquinista (masculino), conductor (masculino)”. Esta locución está compuesta por otras dos: "motor', con su significado de “motor” y "man', “hombre”. En definitiva, se traduce literalmente como “hombre que conduce” u “hombre conductor / conductor”.
Es fácil deducir, como lo di a entender más arriba, que este término ingresó en la época en que se encontraba en su mejor momento la influencia inglesa en las zonas de habla española. Sin embargo, es probable que los préstamos del inglés no hayan tenido mayor acogida en otros países hispanoamericanos, gracias a su actitud conservadora, al menos en la lengua. En cambio, Buenos Aires, la metrópoli receptora de grandes oleadas migratorias, estaba preparada para ser más abierta en este sentido.
Maquinista
En nuestra región del noroeste argentino no había avanzado el préstamo inglés que estamos comentando. Es que siempre se caracterizó -no solo esta zona sino, en general, toda otra ubicada en lugares no cercanos a grandes urbes y puertos- por ser conservadora y fiel a la tradición española hasta en algunos arcaísmos (palabras del siglo XVI, cuando llegaron los conquistadores), como “haiga”, por haya y “truje”, por traje, del verbo “traer”.
Es así que “maquinista” es definida por el DRAE como: “sustantivo común. Inventor o fabricante de máquinas. // 2. Persona que las dirige o gobierna, especialmente si estas son de vapor, gas o electricidad”.
Este término ha prevalecido en el noroeste argentino hasta hace no mucho tiempo. Ahora, por imperio de la influencia metropolitana, y gracias a la difusión que los medios de prensa realizan, está entrando, en forma decidida, el préstamo inglés.
Por idéntica influencia que experimentó el español, por parte del inglés, ingresaron en aquel tiempo los préstamos referidos, por ejemplo, a la pasión nacional de multitudes, el fútbol, y a muchas otras actividades, en especial comerciales, que quedaron plasmados en nuestro español. Una muestra de estos: “córner”, “lainman”, “win derecho / izquierdo”, “nailon”, “rock and roll”, “wiski” y otros similares.
Con toda seguridad -y sobre todo para nuestro noroeste argentino que nunca tuvo la segunda palabra en su inventario-, estimo que es importante defender el empleo de "maquinista' para definir a la persona que se hace cargo de la conducción de un tren. Si bien ese uso se había perdido hace tiempo juntamente con el ferrocarril que, para nuestra zona, tuvo un final desgraciado con su desaparición, cuyo producto fue la extinción de muchas poblaciones que habían nacido y prosperado a su amparo, la palabra “maquinista” permaneció con frescura en la memoria de la gente, la que apelaba a ella al recordar la actividad ferroviaria y sus nostálgicos viajes del pasado.
Y, en los últimos años, debido a las noticias relacionadas con los accidentes ferroviarios del tren urbano, se filtró ese vocablo que nunca habíamos escuchado: “mótorman”.
No creo que su incidencia fuera, en tan poco tiempo, demasiado fuerte como para alejar de la memoria popular la otra que llevaba décadas enteras de vigencia. Sin embargo, es preciso alertar a los medios de prensa locales para que no permitan que un neologismo como “mótorman” se imponga en nuestras costumbres lingísticas, tan acendradas en la cultura del noroeste argentino.
El Tribuno
17-12-13