Fue una estación de trascendencia. Fundada en 1898 por el Ferrocarril Central Norte. Hoy sólo es escombros. Tenía doble vía: una perdura.
El poeta, crítico, editor y diplomático estadounidense, del movimiento romántico, James Russell Lowel (1819-1891), solía afirmar que "los humanos no saben lo que poseen en la Tierra. Será porque la mayoría no ha tenido ocasión de abandonarla y regresar después a ella".
El controvertido autor de "Una fábula para críticos" (A Fable for Critics), un largo poema satírico contra escritores y poetas contemporáneos, diría exactamente lo mismo si hubiera nacido y vivido en Villa Muñecas. La estación de la ex Aldea Santillán, una de las más importantes paradas ferroviarias del troncal C del ex Ferrocarril Belgrano y poseedora de uno de los edificios de dos plantas más atractivos de la provincia, fue depredada y aniquilada. Hoy sólo es un montón de escombros y su predio fue ocupado por un asentamiento, que día a día, usurpa más terrenos lindantes a los rieles.
Terminal intermedia
Muñecas, ubicada en la intersección de Viamonte y avenida Francisco de Aguirre, fue una terminal intermedia de intenso movimiento, cuyo edificio se construyó en 1898. Tenía dos vías principales, para realizar el cruce de las formaciones, que llegaban hasta el Empalme Centenario. "Allí una se dirigía a El Bajo; otra, que pasaba por debajo del Puente de los Suspiros, se metía a la estación Sunchales del ex Mitre y una tercera, que aún se mantiene, hacia el ex Central Córdoba. También salía desde Muñecas un desvío a San José, que pasaba por detrás de la Sociedad Rural y allí se bifurcaba hacia los cuarteles del Ejército y hacia Yerba Buena. Por las llamadas diagonales estaban los terraplenes con las vías, en la ciudad jardín", describió Fernando "Cacho" Sosa, de 73 años. El hermano menor de la entrañable Mercedes Sosa reside, desde 1950, en una casa de lo que antes se conocía como Muñecas Norte -pasando las vías está Muñecas Sur-, frente a la ex playa de maniobra, los galpones para reparaciones, el tanque de agua, la mesa giratoria y la báscula para cargas. Estos últimos ya no existen.
DOS CARAS. Una edificación majestuosa que ya no existe.
Sin vestigios
"Cacho" Sosa, quien reconoció que su padre Ernesto "Tucho" Sosa fue ferroviario, destacó que "la playa de maniobras para armar las formaciones de cargas -hoy no hay vestigios- incluía aproximadamente de diez a doce vías. Había un gran movimiento de vagones. Por acá también estaba El Brete, que se extendía entre la Azcuénaga y Sargento Cabral, donde se alimentaba el ganado, que llegaba en vagones jaula y luego se cargaba a camiones para el traslado a las bocas de consumo. También se cargaban los animales para continuar el largo viaje hacia el norte del país".
"La estación Muñecas fue parada obligada de muchos taficeños que viajaban en el tren local", contó Carlos Coronel di Fazio, de 62 años.
Varios servicios
Coronel, es un apasionado de los ferrocarriles. Sin bien es cierto que trabajó en el policlínico ferroviario de Junín y Sarmiento, su afición a la fotografía ferroviaria, lo lleva a las viejas estaciones, ramales y a los talleres en particular, como focos de su afición. Tanto que les dedicó un página web. Se crió en Tafí Viejo. Incluso la educación primaria cursó en la vieja escuela Mitre. "Solía viajar en el local que salía de la ciudad taficeña hasta la capital. La diagonal, por entonces, era un sendero. Mi esposa es de Villa Muñecas. Cuando éramos novios varias veces tuve que volver caminando a Tafí Viejo. Me pasaba el último servicio. Y todo por un beso más. En la estación Muñecas había una manga de alambre tejido con piso de polvo de ladrillo. El tren era la vida, además del obrero, había entre doce y once servicios por día. Una vez, en 1978, cuando salía el último servicio, no quise viajar. Pero ahora no veo la hora que vuelvan" dijo entusiasmado.
Hace cuatro años -18 de junio de 2009- y después de 32 años volvió a pasar por Muñecas un tren de pasajeros. A la misma vez, carros tirados por caballos se llevaban ladrillos, marcos de puertas y ventanas de los que fue un majestuoso edificio de dos plantas construido a fines del siglo XIX.
Desde el andén
Doble.- La estación de la ex Aldea Santillán tenía andén doble. Uno que comprendía la galería, las boleterías y la sala de espera. Otro, denominado isla, donde hoy está una casa sencilla que pareciera del ferrocarril por su característica galería con cenefas caladas y columnas de hierro. "Esa era la casa del cuidador", dijo Carlos Coronel (foto).
Advertencia.- En 1995, LA GACETA advertía sobre la preocupación de los vecinos. Sin el tren, la estación estaba siendo ocupada a la noche por malvivientes. En esa época todavía había un jefe y un empleado durante el día. Pero en 1998 a la estación ya la habían ocupado cinco familias. El edificio todavía estaba en pie y había un par de vagones abandonados. Tres lustros más tarde, todo terminó.
Biblioteca.- Un lugar de relevancia y representativo de la vida social de Muñecas es la biblioteca popular Miguel Lillo. Un grupo de vecinos la fundó en febrero de 1929 y se llamaba Unión Ferroviaria. En 1938 le cambiaron a su actual denominación. En este local también se realizaban bailes populares y reuniones sociales muy concurridas. Incluso hasta llegaron a exhibir filmes clásicos y de estrenos.
Recuerdos.- La cooperativa ferroviaria (F. de Aguirre 3223), el almacén de ramos generales, próximo a la estación; la carnicería y chacinería de Justo Fernández y El Candado, el billar de Isabel la Católica y Visconti aún viven en la memoria del barrio.
"Cacho" Sosa, quien reconoció que su padre Ernesto "Tucho" Sosa fue ferroviario, destacó que "la playa de maniobras para armar las formaciones de cargas -hoy no hay vestigios- incluía aproximadamente de diez a doce vías. Había un gran movimiento de vagones. Por acá también estaba El Brete, que se extendía entre la Azcuénaga y Sargento Cabral, donde se alimentaba el ganado, que llegaba en vagones jaula y luego se cargaba a camiones para el traslado a las bocas de consumo. También se cargaban los animales para continuar el largo viaje hacia el norte del país".
"La estación Muñecas fue parada obligada de muchos taficeños que viajaban en el tren local", contó Carlos Coronel di Fazio, de 62 años.
Varios servicios
Coronel, es un apasionado de los ferrocarriles. Sin bien es cierto que trabajó en el policlínico ferroviario de Junín y Sarmiento, su afición a la fotografía ferroviaria, lo lleva a las viejas estaciones, ramales y a los talleres en particular, como focos de su afición. Tanto que les dedicó un página web. Se crió en Tafí Viejo. Incluso la educación primaria cursó en la vieja escuela Mitre. "Solía viajar en el local que salía de la ciudad taficeña hasta la capital. La diagonal, por entonces, era un sendero. Mi esposa es de Villa Muñecas. Cuando éramos novios varias veces tuve que volver caminando a Tafí Viejo. Me pasaba el último servicio. Y todo por un beso más. En la estación Muñecas había una manga de alambre tejido con piso de polvo de ladrillo. El tren era la vida, además del obrero, había entre doce y once servicios por día. Una vez, en 1978, cuando salía el último servicio, no quise viajar. Pero ahora no veo la hora que vuelvan" dijo entusiasmado.
Hace cuatro años -18 de junio de 2009- y después de 32 años volvió a pasar por Muñecas un tren de pasajeros. A la misma vez, carros tirados por caballos se llevaban ladrillos, marcos de puertas y ventanas de los que fue un majestuoso edificio de dos plantas construido a fines del siglo XIX.
Desde el andén
Doble.- La estación de la ex Aldea Santillán tenía andén doble. Uno que comprendía la galería, las boleterías y la sala de espera. Otro, denominado isla, donde hoy está una casa sencilla que pareciera del ferrocarril por su característica galería con cenefas caladas y columnas de hierro. "Esa era la casa del cuidador", dijo Carlos Coronel (foto).
Advertencia.- En 1995, LA GACETA advertía sobre la preocupación de los vecinos. Sin el tren, la estación estaba siendo ocupada a la noche por malvivientes. En esa época todavía había un jefe y un empleado durante el día. Pero en 1998 a la estación ya la habían ocupado cinco familias. El edificio todavía estaba en pie y había un par de vagones abandonados. Tres lustros más tarde, todo terminó.
Biblioteca.- Un lugar de relevancia y representativo de la vida social de Muñecas es la biblioteca popular Miguel Lillo. Un grupo de vecinos la fundó en febrero de 1929 y se llamaba Unión Ferroviaria. En 1938 le cambiaron a su actual denominación. En este local también se realizaban bailes populares y reuniones sociales muy concurridas. Incluso hasta llegaron a exhibir filmes clásicos y de estrenos.
Recuerdos.- La cooperativa ferroviaria (F. de Aguirre 3223), el almacén de ramos generales, próximo a la estación; la carnicería y chacinería de Justo Fernández y El Candado, el billar de Isabel la Católica y Visconti aún viven en la memoria del barrio.
La Gaceta
13-12-13